El Parlante Inclusivo fue dispuesto en Córdoba, armado en mi casa, una propuesta demasiado tranqui para una época de medios ridículamente polarizados, en un festival que quería pisar lo polémico. Ahora, la saña con que se atacó una acción local pensada para ser discutible, a partir de un desafortunado malentendido, y la dimensión que alcanzó el descuido inoportuno de estos dos artistas, fue tremenda. La cobertura mediática fue impune, retrógrada y canallesca. Los anarco-mapuches-terroristas, disfrazados de artistas de clase media alta, simplemente no existen ni existirán jamás. Y si por esas casualidades llegasen a existir, estaríamos donadísimos con o sin Patricia Bullrich y toda la cobertura hegemónica, la desfachatez policial y una parte podrida de nuestra justicia, el único poder del Estado jamás democratizado, ni siquiera en formato republicano. Queda este desenlace, bello, ridículo y se explica solo, el móvil de telefe se puede ver aquí.